No es casualidad que muchos de los primeros indicios de racionalidad de nuestros antepasados fueran artísticos. La creatividad no es privilegio exclusivo de los elegidos. Somos creativos porque somos seres humanos. Si nacemos con estas capacidades adquiridas de forma innata, ¿por qué renunciar a ellas?
Erich Fromm escribió que, durante la vida, el ser humano se siente siempre impulsado a trascender la propia individualidad, a superar un proceso de individuación que conduce a la soledad y al aislacionismo.
Para superar ese proceso de individuación, las personas disponen de dos mecanismos. Uno es el amor. El otro, su capacidad para crear. Pero el hombre precisa de algo donde proyectarse para trascender su propia identidad: otras personas y objetos físicos, cosas. Así pues, las personas son los sujetos donde se proyecta el acto de amar, y las cosas son los objetos donde se proyecta el acto de crear.
Imaginemos el primer acto creativo de la historia de la humanidad (si es que tiene sentido imaginar que hubo un primer acto creativo). Un mono siente un deseo de crear. Supongamos que toma una piedra y la pone sobre otra sin más objeto que transformar su realidad, no para atraer a una presa. Lo ha hecho con el único objeto de dar salida a una necesidad interior que pide fluir hacia fuera, para reconocerse en su entorno y dejar su huella en el mundo.
Cuando ya ha puesto una piedra sobre otra, el mono se interroga a sí mismo. Se ve obligado a formularse una pregunta que surge a consecuencia de su propia acción creadora: ¿qué es esto? Entonces, sólo entonces, piensa. Su acto creativo provoca una incógnita. Y las incógnitas son el primer paso para completar un proceso mental. Ese proceso mental, finalizado con éxito, es la lógica que hoy nos gobierna.
¿Por qué explico todo esto? Porque hay una tendencia generalizada en la población a pensar que uno mismo no es creativo, que la creatividad es una facultad reservada para unos pocos genios. El resto, los comunes mortales, hemos de limitarnos a admirar sus obras artísticas o sus descubrimientos.
Nada más lejos de la verdad. La creatividad es un rasgo inherente a la condición humana. No es que podamos ser creativos, es que somos creativos porque somos seres humanos. La necesidad de conectar con el exterior, de dejar la huella en el mundo fue, sin duda alguna, el detonante de la razón. Fuimos creativos antes que racionales. Nuestro sistema cerebral es creativo de nacimiento; la lógica la aprendemos mediante la enseñanza. El problema es que la vida en sociedad precisa de rutinas para garantizar su eficiencia. Si todos cruzásemos la calle de modo creativo, la seguridad vial sería un caos. En las empresas y en las profesiones sucede algo parecido: es preferible aplicar protolocos conocidos que dejar al individuo un campo libre de actuación que provoque errores o pérdidas. Se permite aplicar la creatividad sólo en campos y tareas donde la sociedad o la empresa no se vean perjudicadas. El problema, entre otros, es que cada vez hay menos campos donde nuestro modo de actuación no deba ser automatizado.
Nacemos creativos, y vamos, mediante el aprendizaje progresivo de la lógica y el desarrollo de la eficiencia como especie, olvidando que lo somos y perdiendo las habilidades creativas.
Basado en el artículo de
F.Trías de Bes (El Pais)
Me encanto su pagina...soy maestra y estoy dando clases para reciclar y reusar los desechables construyendo juguetes, casas ,paisajes o simplemente arte abstracto con el objeto de que mis alumnos puedan tener sus propias ideas y ponerlas en practica...es fascinante el resultado,son niños de preescolar y de primaria inferior...siempre aplico lluvia de ideas.
ResponderEliminarHola Laura,
ResponderEliminarMe parece muy interesante que aplique la técnica "lluvia de ideas" con sus alumnos.
Debo decir que varias ocasiones he visitado colegios, clases de niños de preescolar y primaria y he quedado maravillado por sus trabajos artísticos y sus ideas. Sin duda hay más innovación y creatividad en esas clases que en la mayoría de las empresas.
Si algún día quiere enviarnos algo o escribirnos algo sobre el tema, sepa que aquí tiene su sengunda casa. Escríbamos a: info@inggenio.org
Un saludo!